For foreigners

martes, 2 de junio de 2015

Capítulo 11.

Mierda, ¿dónde habré dejado mis llaves?

Eso es lo único que pasa por mi mente mientras vacio por completo mi mochila en frente de mi portal. ¿Dónde diablos se esconderán las cosas cuando una las busca?

Encima no paran de mandar mensajes a mi WhatsApp. Que chicas más pesadas...

Vale, esto no lo he metido yo en la mochila esta mañana. ¿Una rosa? Y tiene una tarjetita colgando de su tallo:
"Una rosa bonita para una pelirrosa hermosa.- Anónimo"

¿Desde cuándo tengo admiradores secretos? Este curso está empezando fuerte. Y eso que no hay nadie nuevo que se pueda fijar en mí. ¿Quién será?
De todas formas, es demasiado "pasteloso" para mi body.

¡Sigo sin encontrar las llaves del piso, maldita sea! Tendré que volver al instituto, por si se me han caído por ahí...

¿Acaban de abrir la puerta desde un porterillo?

Bueno, aprovecharé este golpe de suerte para intentar abrir la puerta de casa. A ver si corro la misma suerte.
Pienso las posibilidades que tengo de lograr mi propósito con éxito mientras el ascensor sube hasta la tercera planta: ninguna.

Cuando suena ese pitido que indica que el ascensor ha llegado a su destino, veo que al final del pasillo, mi puerta se encuentra medio abierta.
Mierda, malditos ladrones.

Recorro todo el pasillo como una bala, pero me detengo justo antes de entrar:

(tn), piensa: ¿qué suelen llevar los ladrones? Armas. ¿De verdad quieres entrar? No.

Pues eso.

El miedo me recorre toda la columna vertebral con un breve escalofrío. ¿Qué hago? Es mi casa...
Me armo de valor, pongo mi mochila delante mía a modo de protección -como si me fuera a servir de algo...- y comienzo a caminar despacio.

Un pie; después el otro; uno delante y otro detrás.

Mierda, ¿por qué todo me tiene que pasar a mí? Empujo la puerta con el pie derecho, logrando ver el interior de MI casa. Mi jodida casa, tío. ¿Por qué?

Por lo que parece está ordenada. Algo raro cuando te asaltan, pero bueno. Serán unos ladrones educados, si es que eso es posible.
Continúo el ritmo de antes: un pie, después el otro.

¿Eso ha sido un golpe? Esto no puede ser bueno, joder. Y encima en mi habitación. Sola tenía que vivir, ole de verdad.

Aunque me tiemble hasta el cabello, tengo que saber qué o quién está en mi habitación. Dicen que la curiosidad mato al gato... ¿Será verdad?

Estoy a sólo un paso de mi cuarto, cuando sale un chico al que no reconozco: tiene un pasamontañas que le cubre la mitad del rostro y lleva puesta la capucha de su sudadera negra.
El miedo, que se apodera de mí, tan solo me deja percibir que en sus manos hay un cuchillo.

No necesito saber más. Tiro mi mochila directa a su pecho, como única y patética defensa, y salgo corriendo. Oigo como la suelta de un golpe en el suelo y corre tras de mí.

Lo que faltaba. Justo antes de atravesar la puerta, el encapuchado la cierra. Un momento demasiado inoportuno para que me haya adelantado.
Su mirada penetrante es una mezcla entre deseo y... ¿risa? ¿Se está riendo de mí?

- Hola, caraculo.

Con una de sus manos baja el pasamontañas que cubría su rostro, dejando al descubierto la cara risueña de Eloy.

- ¡¿Pero tú eres tonto o qué te pasa?! -me abalanzo sobre él golpeando su pecho con toda la poca fuerza que tengo, pero sólo consigo que se ría aún más.
- ¿Te he asustado, bebé?
- Tu estúpida sonrisa es la que me molesta.
- ¡Es que tu cara de asustada es muy graciosa!
- Tú estrellándote contra un camión también.
- Llorarías...
- Si, ya... Por cierto, ¿qué haces con un cuchillo? ¿Y en mi casa? ¿Cómo has entrado?
- Mi memoria no ayuda a recordar todo el cuestionario, así que de una en una.
- Idiota.
- Eso no es una pregunta.
- ¡Que cómo has entrado!
- Se te cayeron las llaves en el recreo y las cogí para hacerte una visitilla.
- ¿Por qué no me las diste cuando se me cayeron?
- No hubiera sido tan gracioso...
- ¿Y el cuchillo?
- De la cocina. Para dar más emoción al robo.
- ¿Qué robo?
- El de tu corazón -dice haciendo un corazón con sus manos. Este niño es retrasado.
- Misión fallida.
- Eso ya se verá, ratona.
- Otra pregunta.
- Dime, preciosa.
- ¿El retraso es de nacimiento?
- No. Es algo que va creciendo más y más, como la po...
- Suficientes datos, gracias.

Empieza a reírse. Parece un niño pequeño con esos hoyuelos que le salen a cada lado cuando sonríe. Al final será verdad que me robará el corazón...
¿Pero qué dices, (tn)? ¡Sacalo a patadas de tu casa!
 
No.

- ¿Pedimos pizza?
- ¿Qué confianzas son esas? ¿Me acabas de conocer y ya quieres comer en mi casa?
- Es que he visto que tienes la Xbox...
- ¿Cómo lo sabes?
- Hasta que se me ha ocurrido abrirte la puerta ha pasado un ratillo.
- ¿Has estado curioseando?
- Pero sólo un poco.

Comienzo a reír. Es demasiado tierno, jo. ¿Y ahora por qué me mira tan... así? Esa sonrisa. Pf.

- ¿Tengo algo en la cara para que te me quedes viendo?
- Una sonrisa preciosa.
- No sigas que me enamoro...
- ¿Voy por buen camino?
- Era ironía, chato.
- ¿Sí? Pues a ver si se te quita esa ironía, simpática.

Intenta atraparme entre sus brazos, pero consigo escapar y correr por el piso. ¿Qué pretende? Al final acabaré descubriéndolo;

1. Mi apartamento no es tan grande.
2. Es más rápido que yo.
3. Ya me ha cazado. Mierda.

- ¡No! ¡Cosquillas no!