For foreigners

sábado, 25 de abril de 2015

Capítulo 7.

- ¿Qué te pasa, ratona?
- ¿No has encontrado un nombre más ridículo?
- Sí, muchos. Pero me gusta "ratona".
- Gracias por la información.
- No me has respondido.
- Ya, es que no tengo porqué. Además, no me pasa nada.
- Te entiendo, yo también lloro de vez en cuando como una magdalena sin motivo -dice irónico.

Alzo la mirada, y ahí está. Mi chico del septum. ¿Acabo de decir "mi chico"? Menuda tontería. Que asco... -pienso. Pero ahí está, sonriendo y tratando de contagiarme la sonrisa.
Lo siento, pero no, no me apetece sonreír en este momento.

Se sienta a mi lado, y me acaricia la espalda. Un escalofrío recorre toda mi columna vertebral, de arriba a abajo. ¿Pero qué coño...? Me aparto al segundo.

- ¿No tienes otra cosa que hacer, aparte de molestarme?
- Solo intento ayudar.
- ¿Me puedes explicar ya qué hicimos el sábado?
- No hasta que no me digas que te pasa.

No le contesto. Me da igual no saberlo, ya me lo ha dicho su amiguito Iván. Tras unos segundos de silencio, en los que por mi mente ronda el continuo pensamiento de: Zorra, zorra, zorra, zorra..., mis lágrimas vuelven a salir cada vez con más intensidad, obligándome a quitarme las gafas y hundir la cabeza entre mis piernas.

- No... (tn), yo... Lo siento, no quería hacerte llorar.
- ¿Estás seguro?
- ¿Por qué dices eso, ratona?
- Déjame en paz, Eloy. Te llamas así, ¿no?
- ¿Cómo lo sabes?
- Da igual, déjame en paz -vuelvo a colocar mi cabeza en las rodillas.
- No pienso dejarte aquí sola mientras lloras.
- Hace un segundo no te importaba nada de eso. Solo era un "pequeño trozo de mierda" para ti.
- Mírame, (tn).

Paso.

- (tn)...

Que me dejes.

- ¿Puedes contestar? Bueno, mejor: simplemente mírame -al no hacerlo, resopla y se sienta más cerca mía, haciendo que nuestras piernas se rocen-. Ven.

Entonces, con una ternura sobrehumana, agarra mi rostro apartando algunos mechones que cubren mi cara mientras susurra: "shhh".


- Tranquila, ratona -nuestras miradas conectan-. No hicimos nada el sábado, simplemente nos besamos y bailamos un poco.
- Eso no es lo que dice Iván...
- ¿Qué? ¿Has hablado con él?
- Se enfadó y dijo: "eres tú la que tonteó con los tres a la vez" o "bailaste con Eloy y conmigo a la vez" -digo imitando mal la voz de un chico, provocando su risa-. Si te parece gracioso que me haya convertido en una zorra, vete.
- No, no. Lo siento, ratona. No te has convertido en nada. Por bailar y pasarlo bien no haces daño a nadie, recuerda.

Nos quedamos en silencio, mirándonos. No es algo incómodo, simplemente disfruto de las hermosas vistas que este chico me brinda. Entonces, su mirada baja hasta nuestras manos, que están entrelazadas sin saber ni cómo quedaron en esa posición. Con sus dedos, comienza a acariciar el dorso de mi mano izquierda.
Observo cada movimiento, cada círculo que traza sobre mi piel. Subo la mirada poco a poco, hasta llegar a su rostro. Él también observa nuestras manos. Entonces, alza la cabeza sonriendo.

- Creo que deberíamos ir a clase -digo, algo incómoda.
- Ha faltado tu profesor.
- El tuyo no.
- Me da igual, estoy a gusto contigo.

Mantengo la conexión que se ha creado nuevamente entre sus preciosos ojos grises y los míos. Sin esperarlo, acerca su pulgar a mi mejilla y retira las últimas lágrimas que delatan mi anterior llanto.

- No me gusta verte llorar, ratona.
- Ni a mi ser una zorra, pero hay que aguantarse -digo sonriendo, intentando dar humor a la situación.
- Y retrasada también -dice siguiendo mi sonrisa.
- Gracias, hombre.
- No hay de que, ratona -y me guiña un ojo.
- Era ironía, tío listo.
- No me digas, ¿sí?
- No me vaciles, eh...
- ¿Qué me vas a hacer, enanita?
- No quieras saberlo -sonrío aun más.
- Me encanta cuando sonríes.

Mierda, siempre me deja sin saber qué decir. Y para rematar parece que me he ruborizado, porque comienza a pellizcar una de mis mejillas mientras dice:

- ¡Ohh, que tierna!
- Déjame -digo sonriendo mientras aparto su mano con delicadeza.
- Enamoras.
- Pues hace unas horas me odiabas.
- ¡Eso no es verdad!
- ¿Ah no? Entonces, ¿por qué tus amigos y tú no parabais de incordiarme antes?
- Me gusta hacerte rabiar.

Mierda, este chico está resultando bastante interesante. Mal, muy mal.

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