Cuando entro a clase, el profesor aún no ha llegado. Y me extraña, porque el de matemáticas siempre suele llegar temprano. En fin, me dirijo a mi sitio, en el cual están las chicas charlando con dos compañeros de clase.
- Hey, brothers! -grito cuando llego.
- Verás la mediometro lo que es capaz de hacer.
Suelto con un golpe mis cosas sobre la mesa y empezamos a pelear. De broma, claro. Siempre estamos así. Realmente, mis amigas y yo somos las que solemos dar juego en la clase. Hacemos bromas, nos hacemos bromas con los chicos, etc.
Os preguntaréis que por qué con los chicos. Pues básicamente porque nos llevamos mejor con ellos. Son más graciosos y menos irritantes que las chicas. Además, creo que ellas nos odian por bromear con ellos. Menuda tontería.
- ¿Por donde quieres que empiece? ¿Patada en la boca o en las costillas?
- Primero prueba a ver si llegas con esas mini-piernas, chiquitina.
Todos los que observan risueños la escena, ríen por su comentario, y la verdad es que yo también. No puedo evitarlo.
- Como si tu fueras muy alto, que tampoco es para tanto, chulo asqueroso.
- ¿Ah, no? -dice acercándose a mi.
Se pone en una posición intimidante para mi, colocando su frente en mi cabeza como si en cualquier momento fuera a tirarse sobre mi. Vale si, me saca seis cabezas mínimo.
Tal vez exagero.
Tal vez exagero.
- ¿Sabes qué? Dicen que los altos la tienen pequeña.. -digo mostrándole mi mano, en la cual ahora sobresalen el dedo gordo y el índice.
(échale imaginación, mente sucia)
- ¿Quieres verla? A lo mejor hasta te asusta.
- Si, de lo fea que es.
Todos volvemos a reír, incluidos nosotros dos.
- Cuando la conozcas no volverás a decir eso de ella.
- Que asco das.
- Oye una pregunta, ¿cómo se ve el mundo desde ahí abajo?
- ¿Quieres que te parta las piernas y lo compruebas por ti mismo?
- Incluso sin piernas sería más alto que tú, microbio.
- ¡¡Denis, defiendeme!!
- Una enana defendiendo a otra más enana aún. Esto va a estar gracioso.
Más y más risas. Y mientras, Denis se levanta de su asiento intentando parecer indignada. Cuando está frente a él, le dice:
- Tu cerebro si que es enano. Ah no, que no tienes.
- ¡ZAS! -grito.
- No me obliguéis a mataros a las dos, que aún os tengo aprecio.
- Primero tendrás que intentarlo, porque conseguirlo no creo..
- ¿Lo quieres ver, chula?
- ¡Venga, chulo!
De un momento a otro nos ha rodeado el cuello con cada brazo suyo, haciendo que nuestras cabezas choquen. ¿Cómo coño me defiendo de este gigante? Pellizcos. Nunca falla. Mi mano se acerca a su trasero y, con solo dos dedos, hago que vea las estrellas. Mágicamente nos suelta. Denis y yo empezamos a reír, al igual que el resto de la clase, y chocamos nuestras manos. Ganamos la batalla.
Pero no la guerra.
Carlos levanta la cabeza, con una mezcla entre rabia y ganas de romper a carcajadas. Pero se declina más por la rabia, y corre detrás nuestra.
Parece gracioso, de echo todos nos estamos riendo, pero la gracia desaparece cuando mi cara choca con algo, y por consiguiente caigo al suelo de culo.
Más carcajadas, menos las mías.
Miro para arriba con la esperanza de no encontrarme al profesor y, por suerte o por desgracia, no es él con quien he chocado. Y digo por desgracia porque la persona con la que he chocado es uno de los amigos del chico del septum.
- ¡Ese Manu! -grita Carlos cuando lo ve, haciendo que sus manos se golpeen.
- ¿Que pasa Carlitos?
-Aquí, que parece que ha faltado el de mates. ¿Tú no tienes clase?
Gracias por ayudarme, chicos- pienso. Me levanto y voy hasta las chicas corriendo para decirles quien es el que acaba de entrar. Ellas, como "buenas" amigas empiezan a reír mientras lo llaman. A pesar de que intento cerrarles las bocazas, el chico se da cuenta de que estamos allí, evidentemente, y camina hacia nosotras.
Que guay todo, sí.
- Hola, guapas -dice sonriendo. Que asco da.
- ¡Hostia! -grita Denis- ¿tú eres el de la fiesta?
- Mira, al menos alguien me recuerda -dice mirándome.
- Las cosas desagradables prefiero olvidarlas, sinceramente.
- Pues por eso, no entiendo porque no me recuerdas, bebé
- Me voy
- ¿Dónde? -dice Patri.
- ¡Lejos de vosotros!
Mis amigas y Manu empezaron a reírse mientras yo me alejaba. Voy a preguntar si ha venido el profesor, y así aprovecho para darme un paseo. Antes de salir al pasillo, me cruzo con un indeseable que hace tapón en la puerta.
Otro amigo del chico del septum.
- Carlos, ¿le puedes decir a tu amiguito que se aparte? Está en toda la puerta.
- ¿Por qué no se lo dices tú?
- No me cae bien.
- Mentira.
- ¿Os conocéis?
- Por desgracia sí..-dice el chico.
- ¿Perdona? Desgracia la mía, que tú y tus amigos no dejáis de molestarme desde esta maldita mañana.
- Eres tú la que tonteó con los tres el sábado y ahora "no se acuerda" -dice gesticulando las comillas.
- ¡Yo no he tonteado con nadie!
- ¡Pero si bailaste conmigo y con Eloy a la vez, microbio!
- ¡¡Eso es mentira!!
- ¡¡¡Ya basta!!! -grita Carlos, cansado.
Toda la clase mira atentamente la escena que hemos montado. Estaba medio tranquila, pero al ver como el tal Iván y el tal Manu se ríen, mi sangre comienza a hervir como nunca. Tanto, que mi mano choca con la mejilla del que tengo más al alcance: Iván.
- ¡Pero qué coño haces, gilipollas!
- ¡A ver si así se te quitan las ganas de reír! ¡Y a ti te digo lo mismo, orco de mierda! -me dirijo a Manu en este caso.
- ¡Ya te gustaría tener mi cara, moco teñido!
Antes de que pueda seguir peleando con estos dos imbéciles, mis amigas me sacan a rastras de la clase, y me sientan en las escaleras del pasillo. Sin saber el porqué, unas lagrimas llenas de culpabilidad recorren mi rostro, aterrizando en mis manos.
- Eh, no.. Bichito, no llores. ¿Por qué..?
- Soy una maldita zorra, Denis.
- No digas eso, caraculo -dice Clau sentándose a mi lado y acariciando mi espalda.
- ¿No has visto lo que acaba de decir ese chico? Tonteé con todos los que pude.
- A lo mejor se lo ha inventado.. ¿no?
- No se por qué, pero me da la sensación de que dice la verdad..
- ¿Quieres un vaso de agua, bichito?
- No te molestes..
- No es molestia, ahora vengo.
- Te acompaño -dice Patri.
-¿Te quedas con ella, Clau?
- Sí, sí, tranquilas.
Cuando Denis y Patri desaparecen, a Clau se le ilumina algo dentro de su pequeña cabecita.
- Se van a enterar estos dos de lo que es bueno.
- Clau, ¿qué piensas hacer?
- Matarlos. Quédate aquí hasta que vengan las otras.
- Vale. Pero tranquila eh, a ver si la van a tomar contigo también.
- A mi como si me secuestran, pero a mi amiga no le van a tomar de zorra porque no me da la gana.
Se está alejando, y cuando casi llega a la puerta del aula, la llamo, y cuando se gira digo:
- Te quiero, pequeñaja.
Ella simplemente sonríe y me guiña un ojo. Qué adorable.
Ya estaba algo más calmada. No se por qué he llorado. No se merecen mis lagrimas. Nadie las merece, o al menos eso pienso yo. Las chicas están tardando bastante, ¿no?
Esto de estar sola no me gusta. Me hace pararme a pensar, y eso trae lágrimas. No quiero ser una zorra. No como mi madre. Diréis que soy una mala hija llamando así a su propia madre, pero el odio me consumía. ¿Cómo pudo volver con ese estúpido al que debería llamar "papá"?
Después de todo, la echo de menos. Un año sin ver a tu madre, a tu abuela, tu familia.
¿Veis como era mala idea quedarme sola? Vuelven las lágrimas.
Me he convertido en una zorra; pronto querré vivir con un maltratador con tal de no quedarme sola, con tal de tener a alguien con quien practicar el maldito sexo. Porque eso era lo único que quería mi madre. Sexo. Y por eso ha vuelto al infierno que era su vida.
Sin darme cuenta, unos pasos comienzan a acercarse rápidamente a mi. Cuando paran, levanto tímidamente la mirada, pero esos pantalones vaqueros no son como los que viste ninguna de mis amigas.
El que faltaba.
De un momento a otro nos ha rodeado el cuello con cada brazo suyo, haciendo que nuestras cabezas choquen. ¿Cómo coño me defiendo de este gigante? Pellizcos. Nunca falla. Mi mano se acerca a su trasero y, con solo dos dedos, hago que vea las estrellas. Mágicamente nos suelta. Denis y yo empezamos a reír, al igual que el resto de la clase, y chocamos nuestras manos. Ganamos la batalla.
Pero no la guerra.
Carlos levanta la cabeza, con una mezcla entre rabia y ganas de romper a carcajadas. Pero se declina más por la rabia, y corre detrás nuestra.
Parece gracioso, de echo todos nos estamos riendo, pero la gracia desaparece cuando mi cara choca con algo, y por consiguiente caigo al suelo de culo.
Más carcajadas, menos las mías.
Miro para arriba con la esperanza de no encontrarme al profesor y, por suerte o por desgracia, no es él con quien he chocado. Y digo por desgracia porque la persona con la que he chocado es uno de los amigos del chico del septum.
- ¡Ese Manu! -grita Carlos cuando lo ve, haciendo que sus manos se golpeen.
- ¿Que pasa Carlitos?
-Aquí, que parece que ha faltado el de mates. ¿Tú no tienes clase?
Gracias por ayudarme, chicos- pienso. Me levanto y voy hasta las chicas corriendo para decirles quien es el que acaba de entrar. Ellas, como "buenas" amigas empiezan a reír mientras lo llaman. A pesar de que intento cerrarles las bocazas, el chico se da cuenta de que estamos allí, evidentemente, y camina hacia nosotras.
Que guay todo, sí.
- Hola, guapas -dice sonriendo. Que asco da.
- ¡Hostia! -grita Denis- ¿tú eres el de la fiesta?
- Mira, al menos alguien me recuerda -dice mirándome.
- Las cosas desagradables prefiero olvidarlas, sinceramente.
- Pues por eso, no entiendo porque no me recuerdas, bebé
- Me voy
- ¿Dónde? -dice Patri.
- ¡Lejos de vosotros!
Mis amigas y Manu empezaron a reírse mientras yo me alejaba. Voy a preguntar si ha venido el profesor, y así aprovecho para darme un paseo. Antes de salir al pasillo, me cruzo con un indeseable que hace tapón en la puerta.
Otro amigo del chico del septum.
- Carlos, ¿le puedes decir a tu amiguito que se aparte? Está en toda la puerta.
- ¿Por qué no se lo dices tú?
- No me cae bien.
- Mentira.
- ¿Os conocéis?
- Por desgracia sí..-dice el chico.
- ¿Perdona? Desgracia la mía, que tú y tus amigos no dejáis de molestarme desde esta maldita mañana.
- Eres tú la que tonteó con los tres el sábado y ahora "no se acuerda" -dice gesticulando las comillas.
- ¡Yo no he tonteado con nadie!
- ¡Pero si bailaste conmigo y con Eloy a la vez, microbio!
- ¡¡Eso es mentira!!
- ¡¡¡Ya basta!!! -grita Carlos, cansado.
Toda la clase mira atentamente la escena que hemos montado. Estaba medio tranquila, pero al ver como el tal Iván y el tal Manu se ríen, mi sangre comienza a hervir como nunca. Tanto, que mi mano choca con la mejilla del que tengo más al alcance: Iván.
- ¡Pero qué coño haces, gilipollas!
- ¡A ver si así se te quitan las ganas de reír! ¡Y a ti te digo lo mismo, orco de mierda! -me dirijo a Manu en este caso.
- ¡Ya te gustaría tener mi cara, moco teñido!
Antes de que pueda seguir peleando con estos dos imbéciles, mis amigas me sacan a rastras de la clase, y me sientan en las escaleras del pasillo. Sin saber el porqué, unas lagrimas llenas de culpabilidad recorren mi rostro, aterrizando en mis manos.
- Eh, no.. Bichito, no llores. ¿Por qué..?
- Soy una maldita zorra, Denis.
- No digas eso, caraculo -dice Clau sentándose a mi lado y acariciando mi espalda.
- ¿No has visto lo que acaba de decir ese chico? Tonteé con todos los que pude.
- A lo mejor se lo ha inventado.. ¿no?
- No se por qué, pero me da la sensación de que dice la verdad..
- ¿Quieres un vaso de agua, bichito?
- No te molestes..
- No es molestia, ahora vengo.
- Te acompaño -dice Patri.
-¿Te quedas con ella, Clau?
- Sí, sí, tranquilas.
Cuando Denis y Patri desaparecen, a Clau se le ilumina algo dentro de su pequeña cabecita.
- Se van a enterar estos dos de lo que es bueno.
- Clau, ¿qué piensas hacer?
- Matarlos. Quédate aquí hasta que vengan las otras.
- Vale. Pero tranquila eh, a ver si la van a tomar contigo también.
- A mi como si me secuestran, pero a mi amiga no le van a tomar de zorra porque no me da la gana.
Se está alejando, y cuando casi llega a la puerta del aula, la llamo, y cuando se gira digo:
- Te quiero, pequeñaja.
Ella simplemente sonríe y me guiña un ojo. Qué adorable.
Ya estaba algo más calmada. No se por qué he llorado. No se merecen mis lagrimas. Nadie las merece, o al menos eso pienso yo. Las chicas están tardando bastante, ¿no?
Esto de estar sola no me gusta. Me hace pararme a pensar, y eso trae lágrimas. No quiero ser una zorra. No como mi madre. Diréis que soy una mala hija llamando así a su propia madre, pero el odio me consumía. ¿Cómo pudo volver con ese estúpido al que debería llamar "papá"?
Después de todo, la echo de menos. Un año sin ver a tu madre, a tu abuela, tu familia.
¿Veis como era mala idea quedarme sola? Vuelven las lágrimas.
Me he convertido en una zorra; pronto querré vivir con un maltratador con tal de no quedarme sola, con tal de tener a alguien con quien practicar el maldito sexo. Porque eso era lo único que quería mi madre. Sexo. Y por eso ha vuelto al infierno que era su vida.
Sin darme cuenta, unos pasos comienzan a acercarse rápidamente a mi. Cuando paran, levanto tímidamente la mirada, pero esos pantalones vaqueros no son como los que viste ninguna de mis amigas.
El que faltaba.
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